miércoles, 2 de noviembre de 2011

Suburbia



Neil Tennant y Chris Lowe se encontraron de casualidad en una tienda de productos electrónicos y congeniaron enseguida. Vieron que compartían mutuo interés por la música dance. De ahí surgió una amistad, que aún perdura y que les llevó a lanzarse a la aventura musical de crear un grupo llamado en sus inicios West End, como el barrio de Londres que tanto les gustaba. En seguida optaron por otro nombre y decidieron rebautizarse como Pet Shop Boys. Esta devoción londinense hizo que le dieran posteriormente ese título a un tema legendario que les catapultaría a la fama: West End Girls.
Luego vendrían otros éxitos como Rent, It's a Sin, Heart la futbolera Go West, o la reversión del clásico de Elvis, Always on my mind, que les convertiría en uno de los grupos más importantes de la historia de la música.

De la primera época, junto con la hipnótica West End Girls, desde la primera vez que escuché Suburbia, imaginé ambas como banda sonora de un relato que algún día escribiría. Una historia que lleva desde entonces dando vueltas en mi cabeza, esperando ser escrita. La historia de un mundo futuro, terriblemente perfecto, llamado, cómo no... Suburbia.

El sol siempre brilla en Suburbia.

Habrá un día en el que los hombres serán felices. Ya no habrá motivos para preocuparse de nada. El Gobierno velará por cada uno de nosotros. Nuestras necesidades sexuales, de vivienda, de alimento, de trabajo, de reproducción, de afecto... Todos los sueños estarán plenamente garantizados. El Gobierno de Suburbia te garantiza lo que nadie hasta ahora había podido cumplir: la felicidad real.
En Suburbia millones de seres viven juntos, en perfecta armonía, formando parte de un gran engranaje donde todo funciona a la perfección, sin fisuras. Cada uno tiene prefijado su función. No hay improvisación. Improvisar es sinónimo de inquietud, nerviosismo por las cosas no resueltas, y por tanto infelicidad. Una vida programada es una vida sin preocupaciones. Es una vida feliz.
No hay que pensar en nada, porque no es necesario, e implica frustración y descontento. El Gobierno ya lo hace, es el encargado de diseñar sabiamente la vida de cada uno, el día a día. Por todos los rincones hay monitores en los que se puede apreciar el astro rey. La noche, no existe. El sol siempre brilla en Suburbia.
Poco después del ocaso, los ciudadanos se toman puntualmente su pastilla de color azul índigo: el Promme. El Promme les proporciona sueños felices, relajantes horas de descanso aseguradas y un despertar placentero, más natural y fisiológico.
Nadie ha visto nunca la noche en Suburbia. Todos amanecen con el nuevo día, contentos de estar en perfecta sincronía con la naturaleza. La naturaleza programada de Suburbia.
El Gobierno te proporciona todos los medios para ser feliz. Al ciudadano le corresponde serlo, porque no tiene excusa para lo contrario. No existen las enfermedades, no hay desempleo. Todos los ciudadanos son iguales, no hay diferencias sociales, por tanto no hay desengaños, no hay decepciones, ni envidias, porque nadie espera nada. No hay delitos, porque nadie ansía tener más que otro. El Gobierno te lo ha dado todo y a todos por igual. De hecho, la felicidad se ha vuelto una cuestión mandatoria. Nadie se lo plantea, o tal vez por miedo a no serlo, todo el mundo cree firmemente que es feliz.

CP450 nació en Suburbia y como todos, no ha conocido otra forma de vida. Cree que Suburbia es tan perfecta, que ha tenido que existir siempre. Cada día se enfrenta a su maravillosa cotidianeidad. Se despierta con los primeros rayos de ese sol que domina todo, sabiéndose afortunado por vivir en una época única en la que la sociedad humana ha avanzado tanto. Cada mañana, casi al unísono, su compañera, LR199, se despierta junto a él. Llevan juntos casi cuatro años. Están próximos a los cinco. A partir de ese momento, les estará asignado tener su único hijo, obtenido in vitro. A los padres se les entrega el recién nacido, obtenido genéticamente, lo que evita partos dolorosos y ofrece la certeza de introducir en casa un ser libre de enfermedades y de trastornos hereditarios.

CP450 trabaja en una división del Gobierno que produce componentes electrónicos. LR199 estudia en la academia de la Agencia, la policía de Suburbia. La vida de ambos es deliciosamente rutinaria. Como todo Suburbia, sencillamente perfecta.

Pero a CP450, desde hace unas semanas le sucede algo inexplicable. Por las mañanas, sin saber por qué, bajo la complicidad de la ducha, nota un nudo en el pecho y sin poder evitarlo, ve cómo bajo el chorro de agua, ruedan lágrimas por su cara. Es algo que no puede contar. Si el Gobierno lo descubre, está perdido. En un mundo donde la felicidad es mandatoria, un infeliz es un peligroso enemigo de esta sociedad perfecta.





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